XXV
¿Cómo has caído desde el cielo,
brillante estrella,
hijo de la aurora?
¿Cómo has sido derribado a tierra
tú, el vencedor de las naciones?
Isaías 14, 12
Y al final llegué a la profundidad del abismo,
y en mi boca nacieron tiburones y cardos
de sabor a órganos reventados,
y mis ojos se volvieron fantasmas
atrapados en un espejo sucio,
olvidados por la luz
y por las campanillas
y por el cristal batido en las fuentes.
En esa infinitud súbita
mi cabeza se hundió en la tierra,
y pisó mi cuello la Locura
-macabro sannio
que hace crujir el llano a carcajadas-,
con la Desesperación
-infante afacial perverso y obsceno-
subida a sus hombros.
Y pisó mi cuello muy fuerte,
y hundió mi cabeza más y más
en su esponjosa sepultura,
para que
nunca
nunca
nunca
vuelva a saber de los desayunos de soles
ni del canto de los pájaros.
Javier Gato
1987
Sevilla