Esta noche he parido tres hijos:
uno de entre mi sexo
húmedo, tranquilo, rojo
rojo como mi apellido
mi apellido como el tuyo, padre sexagenario,
niño de tu sangre
grial que fue mi útero
cobijo que fue mi sangre;
otro de entre mis costillas
-la última y la flotante-
niño verde corazón-coraza
niño que no llora, niño en ciernes
niño pálido enfermizo
asustado de una vida que aún no ha vivido
futuro soplador de velas y destierros
de entre sus semillas nacerá un velo
y morirá de pie, como los árboles;
el último, de entre las pupilas
nacido de las lágrimas cual semen de Zeus insertado en mi párpado
mar saliva aguja canal
niño primaveral que traerá flores y alegrías
volando lejos, portando la hiedra.
Me duelen las heridas del parto de mis siete hijos
siete cunas blandas
heridas bajo los músculos
media luna, comadrona
la otra media, ladrona de los versos que no llegarán.
Me duelen los lloros conectados a mi placenta
que anulan el instinto, la sequedad,
esgrima epidérmica,
el simple roce, escuece.
Quizás le llame Modagala.