Sacando a un cuerpo inconsistente
a bailar una música
palpable.
No te das cuenta, amiga, que nosotros,
solo nosotros somos
la música, y el resto
no están sino bailando a nuestro ritmo,
al pulso de tu ardor y de mis fábulas.
Cómo es este cabello tan tuyo que me ofreces,
suerte de pentagrama entreverado,
de quién lo has aprendido, duele un poco
esta rápida noche medio rubia,
medio de piedra.
Que también nosotros
parecemos pedruscos, adoquines
que frenan el color de coches fúnebres,
el color de la noche abalanzada
como un columpio gris que nos derriba.
Y la frivolidad está en nosotros,
estuvo siempre, igual que una figura
de piedra, perfectísima,
se encuentra dentro de ese bloque neutro
de mármol.
Y de mármol es la noche,
también en su interior está la música.
Esculpe la penumbra. Estamos dentro,
está tu escote ahí, parece un fósil
llamado a convertirse en piedra azul.
Dejando de bailar, hasta la próxima,
dejando de palpar caderas a la música
al compás de unos cuerpos insonoros.
David Leo García, Málaga, España,
18 años.
Poeta y estudiante.